Entrando en la segunda década de este siglo, se percibe un panorama desalentador en el mundo: guerras, adicciones, todo tipo de violencia, crisis económica, pandemia y sobre todo una clara crisis de fe. En la entrada anterior hablaba sobre los ataques directos del comunismo y como, desde hace más de 150 años, se ha ido infiltrando en nuestra sociedad. En las siguientes entradas quisiera profundizar y reflexionar sobre ciertos ataques específicos que estamos viviendo en nuestros días, espero pronto podamos abrir los ojos y entender la urgencia de regresar los valores cristianos a la sociedad.
El falso concepto de libertad
Quiero comenzar aclarando un concepto que está muy deformado hoy en día, «libertad». Vivimos en la época del «Yo», donde se predica el egoísmo puro, pues se manipula el «somos libres» de escoger lo que queramos, de hacer lo que se nos plazca, de elegir que hacer con nuestro cuerpo, en fin, «yo tengo la libertad de hacer lo que quiera» y cientos de frases parecidas a ésta que deforman la idea de Libertad.
La libertad es un regalo que Dios dio al hombre, para que junto con la razón y la voluntad, haga uso correcto de sus decisiones, es decir, el hombre tiene la libertad de actuar (o de no actuar) según elija, de elegir entre el bien y el mal. En la medida que el hombre elige hacer el bien se va haciendo más libre, la libertad hace al hombre responsable de sus actos, por lo que la acción de elegir el mal, de hacer lo que queramos sin importar las consecuencias, sin importar si se afecta a alguien, sin importar si la acción u omisión va en contra de los mandamientos de Dios, es un abuso de la libertad que conduce a la esclavitud del pecado.1 Jesús nos lo dejó claro: «Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (cf. Jn 8, 32). ¿Y cómo conocer cuál, o quién, es la verdad? Jesús también nos enseña, «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida» (cf. Jn 14, 6).
He aquí la importancia de ir creciendo en virtud, de tener control sobre las pasiones y deseos que llegan al hombre, porque Dios dotó al hombre de razón para que hiciera un buen uso de su libertad y la libertad alcanza su perfección cuando está ordenada a Dios.
Los ataques del comunismo a la libertad
Me atrevería a decir que el ataque más visible que existe hoy en día es a través de la lujuria y, por supuesto, me refiero a las oleadas masivas de supuesta «libertad» sexual que comenzaron desde la segunda mitad del siglo pasado y que han ido creciendo hasta nuestros días.
Si revisamos los libros de historia, uno de las razones por las que se destaca a la década de los sesentas es la revolución sexual. Aunque las tendencias sociales para liberar el sexo existían ya desde principios del siglo XX, sólo hasta los sesentas, tras el descubrimiento de las pastillas anticonceptivas, se observaron los efectos sexuales de este profundo cambio de costumbres en la sociedad. Los efectos de este radical cambio se han manifestado en todos los aspectos de la vida colectiva: relaciones sexuales precoces en menores de edad, penetración de la sexualidad en las escuelas (inclusive a nivel primaria niños menores escuchando sobre estos temas), nupcialidad más tardía, disminución de la natalidad, envejecimiento consiguiente de las poblaciones, desprecio por la tercera edad, culto casi idolátrico por la pornografía, creación del movimiento feminista (aunque tenga raíces diferentes, se ha visto impulsado por la revolución sexual), invención de nuevos géneros humanos, cosificación de la mujer, promoción del aborto, fragilidad de la familia con aumento de separaciones y de divorcios; en fin, efectos que han invadido todas las clases sociales, todos los ámbitos y a través de todos los medios posibles.2
Imposición en todos los medios
Al día de hoy, muchas personas continúan apoyando esta revolución de los sesentas hablando de «libertad», sin darse cuenta que en realidad ha traído consigo una completa e impuesta esclavitud. La industrialización del sexo ha llegado a tal grado que, es casi imposible poder encontrar alguna película sin escenas de sexo, justificando que es arte; ya ni siquiera se preocupan por tratar de ocultar en canciones o en anuncios, ya se ve publicidad con contenido sexual en carteles y espectaculares, letras de las canciones de moda hablan sobre sexo; videos musicales denigran y cosifican a la mujer; en películas infantiles, se empieza a incluir contenido homosexual. Es perverso, inclusive maquiavélico, el adiestramiento al que nos quieren someter.
Nota: Estimadas feministas, es contradictorio que pidan defender a la mujer: mientras sigan escuchando y bailando reggaeton, mientras continúen exhibiendo fotos en redes sociales, mientras sigan consumiendo todo este tipo de contenido, mientras defiendan el aborto cuando prácticamente la mitad de esos bebés son mujeres; pregonando «libertad».
No somos del mundo
Como mencioné al principio, con esta entrada comienzo una serie de reflexiones sobre los ataques que la sociedad está sufriendo. Ya basta de nuestra actitud tibia ante estos hechos, no podemos dejarnos influenciar por las nuevas ideologías, por miedo al que dirán, por tratar de ser «moderno» o «progresista». Si el mundo se mueve hacia una dirección atea, entonces no seamos del mundo, elijamos sin dudar el camino de la verdad, el que lleva a Dios.
Termino recordándoles las palabras que San Pablo dirigió a los romanos:
«No tomen como modelo a este mundo. Por el contrario, transfórmense interiormente renovando su mentalidad, a fin de que puedan discernir cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, lo que le agrada, lo perfecto.»
Carta a los Romanos 12, 2
Ultima actualización: 29 de Mayo de 2020
- Catecismo De la Iglesia Católica, puntos 1730 – 1736
- Diario el País, Los efectos de la revolución sexual, España, 22 de Octubre de 1982