Bendecir la mesa, es agradecer al Señor por las bendiciones diarias, y, recordar, que todo lo que tenemos en la tierra, es un regalo de Dios. Al bendecir la mesa, no solo estamos agradeciendo al Cielo por los alimentos, sino también por las personas que la han preparado, y por los que la comparten con nosotros.
Mientras rezamos, adoptamos una actitud de gratitud, de acción de gracias, y de caridad, al entregarle a Dios a aquellos que no tienen la oportunidad de comer hasta saciarse. Bendecir la comida también significa invitar a Cristo a la mesa con nosotros, pidiéndole que Él sea el centro de este momento de compartir.
La bendición de la mesa, que se dice antes de comer, también puede complementarse con una acción de gracias, al final de la comida, para agradecer a Dios por este momento.
La bendición de la mesa, al ser una oración breve y basada en el diario vivir, es una buena oportunidad para tener un momento de oración en familia, con los niños, por ejemplo.
Compartimos a continuación algunos ejemplos:
Opción 1:
Bendícenos, Señor, y la comida que recibimos de tu generosidad, por Jesucristo nuestro Señor. Amén
Benedic, Domine, nos et haec tua dona, quae de tua largitate sumus sumpturi. Per Christum Dominum nostrum. Amen.
Opción 2:
Señor, que con inefable providencia has dispuesto estos alimentos, concédenos merecer el banquete del Cielo. Por Cristo, Nuestro Señor. Amén.
Domine, qui ineffabile providentia haec cibaria disposuisti, concede nos mereri Caeli convivium. Per Christum, Dominum Nostrum. Amen.
Opción 3:
Bendice Señor estos alimentos que vamos a tomar, te pedimos se los des a quienes no tienen, y nosotros danos hambre y sed de ti. Que la Divina Providencia se extienda en cada momento, para que nunca nos falte: casa, vestido y sustento; fe, esperanza y caridad; salud en el alma y en el cuerpo; y a la hora de nuestra muerte, el Santísimo Sacramento.
Amén.
