María es el camino más corto y más seguro para llegar a Jesús, consagrémonos todos los días a su Inmaculado corazón, repitiendo esta pequeña oración:

¡Oh Señora mía, oh Madre mía!,
yo me ofrezco enteramente a Ti y,
en prueba de mi filial afecto,
te consagro en este día mis ojos,
mis oídos, mi lengua, mi corazón.
En una palabra, todo mi ser.
Ya que soy todo tuyo,
oh Madre de bondad,
guárdame y protégeme
como cosa y posesión tuya.
Amén.