Dios no está de moda

No es necesario recurrir a estadísticas ni estudios para darnos cuenta que, hoy en día, la mayoría de las personas ya no viven, ni creen, en Dios. El mundo gira a la velocidad de la luz, del internet, de la inmediatez, ¿quién conoce ya el silencio en este mundo? Y es que la tecnología nos ha hecho cada vez más exigentes y más egoístas, todo lo queremos conseguir rápido y sin esfuerzo.
Sin darnos cuenta hemos sido presas de la propaganda del super-yo, donde «yo» soy el dueño del mundo, «yo» todo lo conozco porque tengo todas las respuestas al alcance de dos clics de mi mano; «yo» estoy en lo correcto, y creemos que somos expertos en todo y ¡ay de aquel que piense diferente de mi!, «yo» estoy por encima y antes de los demás, «yo» todo lo puedo… ¿dónde quedó Dios?

Todo ésto combinado con desinformación, ataques dirigidos y nuestra falta de interés nos ha llevado al ateísmo donde hoy está parado el mundo. Pero ¿por qué? ¿Es acaso que vemos lejano nuestro encuentro con Dios? Ilusamente creemos que todavía tenemos otros 20, 50 u 80 años para preocuparnos por lo que venga en la siguiente vida y «cuando sea viejo me preocupo», o peor aún, nos hacemos los ciegos y sordos ante las pruebas y preferimos creer que no habrá un juicio final, que eso del cielo y del infierno es solo un cuento, que no seremos juzgados por nuestros actos, o tenemos la actitud del cristiano tibio que cree que Dios es bueno y nadie se va a condenar.

Permíteme decirte si leíste hasta acá…¡Ten cuidado!¡Despierta y vuelve a la realidad! Existe el Cielo y el infierno. No vaya a ser que llegue tu hora, estés frente a Dios y te atrevas a decirle «no sabía», las pruebas están al alcance de todos, solo hace falta que las quieras ver, que estés 5 minutos en silencio y se lo pidas a Dios con humildad. Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo unigénito (cf. Jn 3:16), aún así los judíos teniendo las pruebas frente a ellos, viendo las obras y milagros de Jesús con sus propios ojos, decidieron no creer y lo condenaron. Dos mil años después, ¿qué se podría esperar de la necedad del hombre? Teniendo tantas pruebas y con la facilidad de encontrar información hoy día, el mundo debería ser otro, pero no lo es, y dejémonos de rodeos y digamos las cosas como son. El mundo siempre ha estado dividido por un ente que odia al ser humano y toda la creación de Dios, el príncipe de este mundo como dice el evangelio, el demonio, Satanás. Es real, existe y está presente en el mundo, aunque Hollywood quiera hacerte creer que es algo ficticio y que solo pasa en las películas, esa es una de sus trampas, hacerte creer que no existe. No lo crees aún, busca en youtube Padre Fortea o Padre Amorth y escúchalo de los especialistas.

Ahora bien, si se lo permites Dios te abrirá el entendimiento y cuando te des cuenta que en verdad existe, no seas tibio, búscalo con todo tu corazón y con todas tus fuerzas, porque Dios aborrece a los tibios (cf. Ap 3: 15-16), no vayas a pensar que simplemente por creer te vas a salvar, o que basta con ir a misa y ya está. Dios es infinito amor e infinita misericordia, por supuesto que sí, pero no podemos corresponderle diciendo con nuestros actos lo contrario: «no te quiero escuchar», «de lo que dice el evangelio, solo me quedo con esto que me conviene», «Dios ahorita no tengo tiempo para ti». Tenemos que alinear nuestra vida, nuestras acciones y decisiones con miras hacia Dios, tengamos cuidado de no ser tibios.

Empezando por mí, que durante muchos años le di la espalda a Dios, pensaba que la religión era algo para viejitos, inclusive me parecía aburrida y monótona, un tema «controversial», y por otro lado, el mundo me ofrecía placeres, yo pasaba por un «momento difícil» y el demonio se aprovechó de eso, mi adolescencia en fiestas con alcohol en exceso, antros y bares donde se cosifica a las mujeres por su forma de vestir, diversión sin preocuparme por las consecuencias, en fin, todo lo que es «normal» en estos días, lo que se pueda hacer para disfrutar pues solo hay una vida. Después, comencé a trabajar y el mundo me empezó a ofrecer dinero y poder y por supuesto caí en el consumismo y materialismo y no se diga en soberbia, orgullo y desprecio contra mis familiares y amigos, desobediencias y pleitos con mis papás ¡ah! pero eso sí, yo iba a misa todos los domingos y me sentía tranquilo.

¡Gracias Dios por quitarme la venda de los ojos! Hoy miro hacia atrás y me arrepiento de mis acciones y de mi ceguera, de haber apartado a Dios de mi vida, porque lo tenía enfrente y no lo quería ver, me llamaba y neciamente me tapaba los oídos para no escucharlo. Es por eso que he escrito todo ésto, porque quiero que otros conozcan a Dios, quiero poder llevar y poder proclamar la alegría de tener a Jesús en mi vida, de conocer cual es el camino que me espera, porque aquí solo estamos de paso tal vez 20, 50 o 100 años pero después estaremos toda la eternidad en un solo lugar. Son pocas las personas que conozco que realmente se ponen a pensar que un día estaremos frente a Dios y seremos juzgados por lo que hagamos y por lo que no hagamos y por la justicia divina seremos salvados o condenados, ¿dónde quieres pasar la eternidad? no 100 años, no 1000 años, no 14mil millones de años como la edad del universo… la eternidad, el lugar sin fin. Si la gente realmente se preocupara por entender ésto, el mundo sería un lugar diferente.

No todo son malas noticias, no caigas en el error de pensar que Dios no va a perdonar las cosas que hayas hecho. Vuelvo a decirlo, Dios es el Amor y la Misericordia mismos, lo único que quiere es que te arrepientas de corazón, Dios perdona todo si el arrepentimiento es verdadero, y eso implica que hagas un cambio en tu vida y regreses al camino de la Verdad, al camino de Jesús.

Seguramente habrá caídas, habrá sufrimientos, inclusive podemos perderlo todo, porque estrecha es la entrada y angosto el camino que lleva a la Vida (cf. Mt 7: 14), pero ¿ para qué querer este mundo si puedo perder el alma? (cf. Mt 16: 26), no tengamos miedo de un poco de sufrimiento, porque la vida es muy corta y solo de la mano de Jesús y de María podremos disfrutar de la vida eterna.

31 de Julio de 2020