
Primer Misterio: La Anunciación y Encarnación del Hijo De Dios
“El ángel, entrando en la presencia de María, le dijo: Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo…Concebirás en tu viente y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. María contestó: Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra” (cf.Lc 1,2 26-38).
Meditación: El primer punto luminoso para unir el cielo y la tierra. El primero de la serie de acontecimientos que son los más grandes de los siglos.
El Hijo de Dios, Verbo del Padre, “por quien fueron hechas todas las cosas” en la creación, toma naturaleza humana en este misterio. Se hace hombre Él mismo para poder ser redentor del hombre y, de la humanidad entera su salvador.
María Inmaculada, flor de la creación, la más bella y fragante, respondiendo al ángel: “He aquí la esclava del Señor”, acepta el honor de la maternidad divina que se cumple en ella al instante. Y nosotros, llamados en nuestro padre Adán hijos adoptivos de Dios, privados luego, volvemos hoy a ser hermanos, hijos adoptivos de Dios, recuperada la adopción por la redención que comienza ahora. Al pie de la cruz seremos con Jesús, que es concebido en su seno, hijos de María. Desde hoy será ella Madre de Dios y luego madre nuestra.
¡Oh sublimidad!, ¡oh ternura de este misterio!
Reflexión: Reflexionando sobre esto, nuestro primer deber inolvidable es dar gracias a Dios, porque se ha dignado venir a salvarnos. Por esto se ha hecho hombre, hermano nuestro. Igual a nosotros en cuanto a nacer de una mujer, de la que nos ha hecho hijos de adopción al pie de la cruz. Hijos adoptivos de su Padre celestial, ha querido que lo seamos igualmente de su misma madre.
Padre Nuestro…

Segundo Misterio: La Visitación de María a Isabel
“María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, y saludó a Isabel. Isabel dijo a voz en grito: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! Dichosa tú que has creído. María dijo: Proclama mi alma la grandeza del Señor” (cf Lc 1, 39-56).
Meditación: Qué suavidad, qué gracia en esta visita de tres meses, que María hizo a su prima. Una y otra, bendecidas con una maternidad que se cumpliría a no tardar. La de la Virgen María, la más sagrada maternidad de cuanto se pueda soñar sobre la tierra. Dulce encanto en las palabras que se dicen como un cántico. De una parte, “bendita tú entre las mujeres”. Y de la otra, “porque ha mirado la humildad de su sierva, por eso me llamarán bienaventurada todas las generaciones”.
Reflexión: De Nazaret, María está obligada a ir hacia otras tierras. A la escuela de la Palabra, nuestros habituales confines deberían superar todas las molestias que ello conlleva. Si permanecemos siempre a nuestro gusto, en nuestras cosas y en hacer lo que se logra hacer mejor, se corre el riesgo de no continuar el viaje de la vida que es real. María está obligada a ir más allá de los confines de seguridad. ¡Isabel la necesita!
Pero para llegar hasta ella, el viaje será agotador. Curiosamente el texto evangélico no da noticias sobre los lugares, si bien una tradición antigua ha identificado el lugar de la visitación en un barrio a unos ocho kilómetros de Jerusalén, llamado Ain-Karem que significa «viña fecundada por una fuente perenne». La etimología del nombre encierra el significado simbólico de las visitas, y Ain Karem se convierte en el lugar donde el Señor, fuente de gracia perenne, transforma la esterilidad en fecundidad.
Cuanto sucede aquí, en Ain-Karem, en el monte Hebrón, presenta, con luz celeste y al mismo tiempo muy humana, qué relaciones son las que unen entre sí a las buenas familias cristianas, educadas en la antigua escuela del Rosario. Rosario recitado cada noche en casa, en el círculo de los íntimos. Rosario recitado, no en una ni en cien, ni en mil familias, sino por todas y por todos, y en todos los lugares de la tierra, allí donde uno cualquiera de nosotros “sufre, lucha y ora”, fiel a una inspiración de lo alto, como el sacerdocio, la caridad misionera, la prosecución de un ideal de apostolado; o también por fidelidad a uno de aquello motivos, tan legítimos que llegan a ser obligatorios, como el trabajo, el comercio, el servicio militar, el estudio, la enseñanza, o cualquier otra ocupación.
Padre Nuestro…

Tercer Misterio: El nacimiento de Jesús
“Mientras estaban en Belén, le llegó a María el tiempo del parto y dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada. Un ángel se apareció a unos pastores y les dijo: Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor”(cf. Lc 2, 1-14).
Meditación: A su tiempo, según ley de la naturaleza humana asumida por el Verbo de Dios, hecho hombre, sale del tabernáculo santo, el seno inmaculado de María. Hace su primera aparición al mundo en un pesebre. Allí las bestias rumian el heno. Y todo es en derredor silencio, pobreza, sencillez, inocencia. Voces de ángeles surcan el aire anunciando la paz. Aquella paz de la que es portador para el universo el niño que acaba de nacer. Los primeros adoradores son María su madre, y San José, el padre adoptivo. Luego, pastores que han bajado del monte, invitados por voces de ángeles. Vendrá más tarde una caravana de gente ilustre, precedida desde lejos por una estrella, y ofrecerá regalos valiosos, llenos de simbolismo, de interés. En la noche de Belén todo habla de universalidad.
Reflexión: En este misterio no quede una sola rodilla sin doblarse ante la cuna, en gesto de adoración. Nadie se quede sin ver los ojos del divino Niño que miran lejos, como queriendo ver, uno a uno, todos los pueblos de la tierra. Van pasando uno a uno ante su presencia, como en una revista, y los reconoce a todos: hebreos, romanos, griegos, chinos, indios, pueblos de África, de cualquier región de la tierra, o época de la historia. Las regiones más distantes y desérticas, las más remotas e inexploradas; los tiempos pasados, el presente, y los tiempos por venir.
Padre Nuestro…

Cuarto Misterio: La presentación del niño en el templo
“Los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor. Simeón lo tomó en brazos y dijo: “Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador”(cf. Lc 2, 22-40).
Meditación: Jesús, en brazos de su madre, es presentado al sacerdote, y extiende sus brazos hacia delante. Es el encuentro de los dos Testamentos. Él, gloria del pueblo elegido, hijo de María, está dispuesto a ser “luz y revelación de las gentes”. Está presente y ofrece también san José, que participa por igual en el rito de las ofrendas legales de rigor.
Reflexión: De manera diferente, pero semejante en cuanto al sentido de la ofrenda, el episodio se renueva continuamente en la Iglesia, o por mejor decir, es algo constante en ella. Será muy grato contemplar, durante las diez Avemarías, el campo que germina, la cosecha que se alza. “Mirad los campos que ya están amarillos para la siega”. Me refiero a la alegre esperanza que se ve nacer del sacerdocio, de sus cooperadores y cooperadoras, tan numerosos en el reino de Dios, y sin embargo no suficientes aún. Jóvenes del seminario, de las casas religiosas, seminarios de misiones, y aun en las universidades católicas. ¿Por qué no aquí, si son cristianos, llamados también ellos a ser apóstoles? Y la alegre esperanza de tantas iniciativas de apostolado de los seglares, imprescindibles en el mañana. Apostolado que, no obstante las dificultades y pruebas de su expansión, ofrece, y jamás dejará de ofrecer, un espectáculo tan conmovedor que arranca palabras de alegría y admiración.
“Luz y revelación de las gentes”, gloria de pueblo elegido.
Padre Nuestro…

Quinto Misterio: El niño perdido y hallado en el templo
“Los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para “Cuando Jesús cumplió doce años, subieron sus padres con él a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén. A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros”. (cf. Lc 2, 41-52).
Meditación: Jesús tiene ya doce años. María y José lo acompañan a Jerusalén para la oración ritual. Inesperadamente, se oculta a sus ojos, tan vigilantes y amorosos. Gran preocupación y una búsqueda que se prolonga en vano durante tres días. A la pena sucede la alegría de encontrarlo precisamente en los atrios que rodean el templo. Habla con los doctores de la Ley. San Lucas lo presenta con palabras expresivas y con precisión muy cuidada. Lo encontraron, dice, sentado en medio de los doctores, “escuchando y preguntándoles”. Un encuentro con los doctores importaba entonces mucho, lo encerraba todo: conocimiento, sabiduría, normas de vida práctica, a la luz del Antiguo Testamento.
Reflexión: El deber de la inteligencia humana es el mismo en todo tiempo: recoger la sabiduría del pasado, transmitir la buena doctrina, hacer avanzar, con firmeza y humildad, la investigación científica. Nosotros morimos uno tras otro. Vamos hacia Dios. La humanidad, en cambio, mira al porvenir.
Cristo no está jamás ausente, ni del conocimiento sobrenatural, ni en el ámbito del natural. Está siempre en el juego, en su puesto. “Uno solo es vuestro maestro, Cristo”.
Padre Nuestro…
Letanía Lauterana (Letanías de la Virgen)
Meditación del Papa Juan XXIII para los misterios gozosos, obtenida de la página oficial de la orden de los Dominicos.